viernes, 9 de mayo de 2008

Una mierda de espera

Fútbol: te escribo desde mi dolor, y aún así te escribo. Será porque todavía no te entiendo. Te conozco desde la cuna, y -juro- no te entiendo. ¿En qué cabeza entra lo pasó anoche? Dos a cero, dos hombres más, sólo 20 minutos por jugar y bastó una -otra- desconcentración de la defensa y quedamos fuera de la copa. Eso la lógica no lo permite. La puta que no lo permite. Y lo que pasó después del partido, apenas finalizó, tampoco debería permitirlo.
Pasé de la euforia al triste llanto. Había llamado a mi tío que vive en Jujuy para que escuchase el grito de gol desde la cancha. Abreu no iba a fallar el penal. Y no lo falló. Había recibido un mensaje de mi viejo, bostero amigable que lo veía por tele, que contaba que otro gol había sido mal anulado. Y error arbitral me pasó por las pelotas: ganábamos dos a cero, el Monumental era una fiesta; humo rojo, ilusión de una semifinal con Boca, aplausos para Ortega que miraba desde el banco, puteadas para el traidor Dalessandro, abrazos, gargantas cansadas, y pun. Pum - pum. Dos pepas y a la casa. Todo se fue a la mierda.
El 0-2 enmudeció a la platea y a la popular local. Nunca escribí frase tan literal. No había otra cosa que silencio. Ni siquiera puteaban. Nada. Silencio. Y desde la otra punta llegaba, cual ave negra de Poe, el canto que perforaba el alma. Que perforaba el corazón.
Minutos antes que termine el partido, el alto parlante había anunciado que los locales tendrían que esperar a que se retirasen los visitantes para abandonar el estadio. Y no se fueron más. Cantaron 40 minutos en nuestra cancha. En nuestra casa festejaron lo que iba a ser nuestro de no ser por vos, fútbol, que no permitís la lógica. Esperar es feo. Pero en esas condiciones, amargado, triste, dolido, luego de haber estado ebrio de alegría, unos minutos antes, es fuerte. Y esa espera incluía la obligación de escucharlos y verlos festejar. Esos íbamos a ser nosotros. Pero los 50 mil hinchas tuvimos que verlos sentados hasta que decidieran irse. Una mierda de espera.
Las bromas que me gastan son banales después de haber pasado aquella humillación. Si quieren ríanse, disfruten, digan ¡Chau Chau Chauuu!, alégrense por la derrota de River, si quieren. Les juro que no me mueve un pelo. Lo que pasé en ese estadio fue el sentimiento más vergonzoso que había tenido. La tristeza es una bomba terrible, además de más triste, cuando es inmediata a la alegría extrema. Y peor si uno no tiene una salida abierta. Pasó todo en dos minutos: el 24 y el 28 del segundo tiempo. Todo se fue a la mierda en cuatro minutos. Fútbol: qué lindo que sos, ¡por Dios!

3 comentarios:

"Chiche Gelblack" dijo...

Lo que paso anoche en el monumental para mi,dolio mucho mas que aquella eliminacion de Boca en la definicion por penales(por como se dio el partido,9 vs 11,etc).

Sebastián Nadal dijo...

¡Qué fútbol ni qué fútbol!!! ¡River ya secó! Esas cosas les pasan casi exclusivamente a River, y no me digan que no. Bueno, a Atlético también... Los dos me tienen harto.
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHH

Anónimo dijo...

Con todo respeto Pedro, eso para lo que buscas una explicación se llama "Pecho frio". Después de ver la humillante derrota de River me siento aún más orgulloso de ser hincha de Boca. Aunque reconozco que no quería que pase San Lorenzo. ¿Por qué? Alejandome de todo fanatismo y analizando la situación creo si llegamos a semifinales el rival más accesible iba a ser el gelido equipo del Cholo. un abrazo