Su apellido no lo recuerdo, pero su nombre es Eva. Un día llegó junto a mi papá mientras almorzábamos. Habrá sido a principios de los 90, superada la híper inflación, supongo. En mi casa se cocinaba el pan durante aquellos días de crisis. Así que calculo que no había dinero para pagar a una empleada doméstica hasta que la economía argentina se restableciera.
Eva dormía de lunes a viernes en un sillón rojo que tenía que convertir en cama cada vez que llegaba la noche. Su habitación era el lavadero de la casa del barrio Viajantes. Soñaba a la par del termotanque, junto a la pequeña llama del piloto encendido, pequeña pero inagotable. Al despertar, tenía que re acomodar el sillón, pues no le quedaba lugar para fregar las zapatillas o enjugar dentro de un balde las prendas de la familia Noli.
Los sábados por la mañana volvía a La Florida, uno de esos pueblos que nació y murió junto a los ingenios tucumanos. Mi viejo terminó el rotatorio de medicina por aquellos lares, ahí la conoció y supo que quería trabajar. Ella tenía, cuanto mucho, 20 años.
¿En qué momento puede enamorarse alguien que trabaja 24 horas al día de lunes a viernes? No lo se. Eva lo encontró. O tal vez él la encontró a ella.
-¿Ta la Eva?, preguntaba cada mediodía el sodero de Sigüenza, si es que la Eva no había abierto la puerta y llegado con la libreta en mano.
Algunas veces podía demorarse al pintarse las uñas. O tal vez era histeriqueo. Las mujeres gozan cuando las reclaman, cuando las piden. Y entonces, una vez evocada, aparecía sonriente con dos sifones vacíos.
Las celosías grises de mi habitación tenían pestañas débiles. Y si uno las presionaba hacia abajo podía ver lo que ocurría del otro lado de la ventana, a la par de la puerta, donde se concretaba la operación de cambios de sifones más larga de la historia de este país.
Con mis siete años, los espié un par de veces por la ranura. Recuerdo que era morocho, que usaba una camisa azul, que hablaba bajito, que apenas mostraba los dientes y que cuando se despedían recibía un papel de las manos de Eva, y que ese papel, blanco y doblado con prolijidad, iba directo al bolsillo izquierdo de su camisa, sobre el corazón.
Se miraban sin hablar. Una vez Eva le dijo algo, no escuché qué, sólo su seseo, y luego se acorrucó en el pecho del sodero. Le puso la mano sobre el bolsillo del papel y sonrieron.
Eva, al entrar a la casa, acomodaba los sifones llenos cantando. Tarareaba. Y la canción le duraba mientras planchaba frente al televisor, con la novela de la siesta encendida.
Habrán sido dos o tres años así. Todos los mediodías después de comer. Hasta que no aguantaron más.
La tarde que se fue, después de 9 años de haber vivido en mi casa, mi viejo aprovechó para darme mi primera lección de geografía porteña. Me explicó que Liniers, donde se iba la Eva, era un barrio de la Capital Federal.
El lunes siguiente apareció un sodero que andaba apurado y con la lapicera en la oreja. Jamás volvimos a saber de Eva. Aunque apuesto que ahora duerme abrazada y en una cama doble.
Sin fecha
Hace 11 meses
28 comentarios:
Amigoooooo, primero que nada, POR FIN!!!!! Fueron más de 2 meses loco jajajaja.
Che, me alegro poe Eva, para haberte aguantado 9 años debe haber sigo buena chica. El sodero, es un grande, conosco un caso similar.
Me alegro que retornes amigo. Abrazo a 1300 km.
Que buena es su vuelta no esperaba menos de usté, nos vemos a fin de mes acá o allá según se encapriche o desencapriche el destino
Que buen regreso a la blogosfera!!!! y que buena historia de amor...
Hoy tomaran soda?
Abrazo bro.
Qué manera de regresar, hermano!
Brindo por los que regresan, por los que aman, por los que espían por las ranuras, por los que todavía escriben notitas de amor. Como ésta, que marca el pulso de tu regreso. Salud! Más cerca que nunca!
Bruno Cirnigliaro
(cambiá la configuración de comentarios)
¡Vieja!!! Excelente relato, la verdad, me alegra que le des vida de nuevo al blog.
Gran alegría tu vuelta física también, espero que nos estemos viendo pronto para tomar un porrón. Algo arreglaremos ya.
Un abrazo brother.
Epa epa, volviste!!! Bellísimo relato, Pedro. Es increíble cómo me identifico con tus historias! (El sodero de Sigüenza que pasa por casa es el mismo desde que tengo memoria... y lleva una lapicera en la oreja!!).
Qué historia Fló!!! me gustó mucho, empiezo el miércoles con pie derecho, amigo. Saludes a la gente en Tucumán !!
Le sacaste el polvo a la contraseña. ¡Bien ahí vieja! Al igual que los comentarios anteriores, me pliego a la buena nueva de tu regreso (en todo sentido).
Como siempre, muy buen relato.
Abrazo
HOLA AMIGO !!!!!!!
gracias amigo por pasar te espero por mi sitio me gusta leer lo q escribes. cariños
Buenas! Qué bueno que vuelvas a escribir y en cuanto al retorno al hogar espero que te resulte fructífero.
Es una excelente historia a la par de tu vuelta doble.
Besos
Amigo, brindo con soda por tu regreso.
Besos
aaahhhh!!!
que linda historia...
y que tierno la narraste.
hermoso che!!!
felicidades por el regreso.
saludos
Hey, me encantó esta historia... Seguiré leyendo para ponerme al día con estos recuerdos de las veces que viste la vida...
Qué linda historia!!! Para demostrar que no todas las historias de amor se quedan a vivir en un libro o una telenovela...
(Voy a seguir leyendo).
Hasta pronto.
Ro
no creo ke sigan juntos.-ja.-
llego a liniers La Eva.,Y SE junto con un bolita,jjaaaa.--
"señora llego el sodero..." (no recuerdo mas la letra, pero la cantaba nuestro Palito?)
En fin, me gusto el relato de EVA, lamentablemete muchas chicas viven la realidad domenstica que planteas AÜN hoy en día.
TucuMALA
Como disfruto de esa capacidad que tenes de hacer de las cosas simples de la vida, poesia...
te quiero y te extraño.
mili
Me gustó mucho tu relato, voy a seguir pasando por aqui.Besos.
Preciosa la historia, te felicito por tu don de hacernos ver situaciones que no la habíamos percibido. Me alegro por tu retorno al blog. Besos. Mariame
¡Hola Pedro!Una historia sencilla y hermosa, contada con la magia de alguien que definitivamente tiene un don. Felicidades. Besos.
Qué grosa Eva, una grande. Y de vos ni hablar, amigo. Un beso grande y a ver si un día hacemos un reencuentro con el resto.
Qué lindo, primo. Hermosa historia. Bien contada, como acostumbrás. Un abrazo grande.
Que alegria que estes de vuelta, se esperaban sus relatos!!!
Brindo con soda por Eva que supo hacer lugar para encontrar a su compañero.
que linda historia
que bueno que lo recuerdes, me encanto
volvere
me morí de ternura
pero resucité para comentarte :P
me encantó
besos
Salud... por el regreso y su relato. Si quiere con un vaso de cerveza pero escuchando Soda Stereo, eh? -chiste malo :P-.
Un abrazo.
yo me acuerdo que cuando la Eva se estaba por ir la mili le escondía los bolsos para que no se vaya..y una vez cuando yo iba al Abejita me había olvidado unas figuritas que tenía que llevar, asi que se volvió a la casa, y volvio a llevármelas, y se fue de nuevo a la casa. todo caminando, claro
oh gran peter jajaja primoooooooo jajajaaj amigo kerido usted esta re loco no puede escribir asi como lo hace increible historia se lo re kiere
Publicar un comentario