Es fuerte mirar por primera vez a Diego Armando Maradona cuando juega al fútbol y está fuera del televisor. Sus movimientos, que habían sido siempre pixelados en un 21 pulgadas, cobran vida. La imagen de Dios cobra vida.
Cuando Diego pisa la tierra se mueve como en la tele. Pero a diferencia, se escuchan los gritos de sus fieles, que desean por respuesta aunque sea un gesto, una eterna bendición. Mejor si es escrita.
Aparecen las manos que quieren tocarlo, o tocar lo que tocó. El vaso del que bebió, el pasto que pisó, la camiseta que transpiró, lo que sea que haya rosado su piel. Pensar que más de uno besó su botín en la foto de una revista ¿pero quién desespera por una estampita cuando Él está ahí?
Acapara, entonces, la mirada fija de todo aquel que le alcanzan las posibilidades físicas para mirarlo. Haga lo que haga. Juegue, salga, entre, insulte, salude, festeje, escupa, simule, respire, mire, patee. Todo vale mucho. Haga lo que haga.
Esa es el aura del 10. Y se la sintió ayer, en la cancha de San Martín, cuando vino a Tucumán a jugar showbol. Su fútbol también fue transmitido por tele. Pero los que se quedaron en casa no vieron nada, "se lo perdieron", cómo dijo Él mismo cuando agarró el micrófono.
El momento en que Diego y sus apóstoles pisan tierra tucumana
Sin fecha
Hace 11 meses
1 comentario:
Maradona fue un gran jugador... pero no más que eso. Fue, porque si bien ahora tiene ese "nosequé" que lo delata como el quizá mejor jugador de la historia (de la historia disponible en video, claro), ahora ya es un tipo de 47 años... simplemente. Y, eso, no es el ejemplo de persona que más me quepa: arrogante, incorrecto, pícaro (pero pícaro en el mal sentido de la palabra)... en fin, el típico argentino que piensa que se las sabe todas, y que, si tiene la oportunidad de hacerla por izquierda, la hace... simplemente, fue un gran jugador.
Publicar un comentario